jueves, 25 de septiembre de 2014

Capítulo 6.

También se preguntaba que habría más allá del mundo de los vikingos. Había cosas que ella deseaba, cosas completamente inalcanzables para ella. No tenía una palabra para el amor pero sabía que había algo que ella necesitaba, algo más grande que el pueblo, el río o la selva. Tal vez se habría consolado si hubiera sabido que los poetas escriben sobre esos deseos aunque ella estaba segura de que nunca los alcanzaría. Tal como eran las cosas, lo único que sabía era que había momentos de alegría y de deseo que ella quería compartir con alguien que la entendiera, que pudiera hablar un lenguaje que fuera más allá de las palabras y, a veces, saber que esa persona no estaría nunca ahí para ella, le apretaba tanto el corazón que pensaba que estaba por estallar y tenía que enterrarse en la selva para que nadie oyera sus sollozos.
Sin embargo, ese día en particular solo suspiró. Las lágrimas y los deseos no hacían ninguna diferencia. Caminó despacio hacia su casa, por el río, disfrutando del ruido que hacía el barro entre los dedos de sus pies y de los juegos de la luz del sol sobre la superficie del agua.
Había placeres en su mundo y ella no era el tipo de muchacha que los dejaba pasar sin notarlos.

Sarah Jane Stratford.
La guardia de medianoche.

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